En el mundo de las fibras naturales para tejer, existen materiales únicos que ofrecen una experiencia de calidad superior, tanto al tacto como en el resultado final. Entre ellas destacan tres tesoros textiles provenientes de regiones frías y altas: la lana de yak, la lana de llama y la lana de camello. Estas fibras de origen animal pertenecen al grupo de los camélidos y se valoran por su capacidad aislante, su suavidad natural y su resistencia sin igual.
La lana de yak se obtiene del subpelo del animal, especialmente del yak tibetano. Es sorprendentemente suave, cálida y ligera, comparable al cashmere pero más resistente. Su color natural es marrón oscuro, aunque también se presenta en tonos grisáceos o beige. Es ideal para prendas de abrigo finas, bufandas y gorros elegantes que requieran aislamiento térmico sin peso excesivo.
Por su parte, la lana de llama proviene de Sudamérica, principalmente de los Andes. Esta fibra se caracteriza por ser ligera, hipoalergénica y con buena caída, lo que la convierte en una excelente opción para prendas confortables que no irritan la piel. A menudo se confunde con la alpaca, pero la llama produce fibras más largas y ligeramente más rústicas, aunque igualmente cálidas y duraderas.